Audio

Bienvenidos

“ Cada vez que abráis un libro, pensad que representa el trabajo laborioso de un hombre. Ese hombre, para escribirlo, tuvo que estudiar años y años. Tuvo que estudiar en otros libros y también en la vida”.
Pedro Blomberg.

“Quien me tienda su mano sabrá de qué sabor es la nostalgia. Padezco de una rara enfermedad : escribo para no morir”.
ALFREDO HERRERA
(Poeta puneño)
Aldovirtual.tk
Con la tecnología de Blogger.

Contactanos en...


Gamaliel Churata (Seudónimo)
(Nombre verdadero :  Pablo Arturo Peralta Miranda)
CORRIENTE LITERARIA:     Indigenismo.
GRUPO LIT          :    Orkopata    (Fundador ,Puno)                                         Gesta Bárbara    (Potosí, Bolivia).
MICROBIOGRAFIA        :    Este escritor de garra, periodista y ensayista original, nació el 19 de junio de 1897 en Arequipa (aunque alguna fuente lo hace nacer en Puno)  y murió en Lima  el 9 de noviembre de 1 969.
 
OBRAS :    
         EN VERSO :    (POEMAS SUELTOS)
-    “Kaluyos”        - “Rarawi”        - “Elegía Plebeya...”    - “Amayali
-    “Haylli Inkásiko”    - “Amaya Tokoña”    - “Khori Challwa”    - “Wayñusiña”
EN PROSA:
PROSA LIRICA :
-    “El Mitmak”        - “Hiperbóreos”        - “El levantamiento”
-    “Sensación del ídolo”    - “La muerte del cabecilla”    - “Parábola de la alegría”
         NOVELA-ENSAYO-CUENTO-RELATO-POESIA = ANTOLOGIA
         -    "El pez de oro" .Considerado por   la crítica como la "Biblia del Indigenismo"  (La Paz, 1957)
    CUENTOS :
-    "El gamonal"
ENSAYOS
-    "Valores vernáculos de la poesía de Eguren"    -    "Elogio de José Carlos Mariátegui"
-    "Periodismo y barbarie"            -    "Preludio de Konkachi"
-    "Croad sapos"                -    "Hay que excarcelar al encarcelador"
-    “Apetencias de la poesía inkásica”       
OTRAS OBRAS :
-    “Invitación al Pez”            - “Puma - Khapak”   
-    “Khon”                - “Historia del Tawantinsuyo”       
REVISTAS QUE FUNDO Y DIRIGIO :
-    “La Tea”    (Puno, 1917)        - “La Voz del Obrero”
-    “El Boletín Titikaka” (Puno, 1926)    - “Pachacutec”

NOTA :    En 1957 por su trabajo intelectual y por los méritos de su extraordinario libro “El Pez de Oro” le fue concedido el Premio Nacional de Cultura Boliviana, galardón que rechazó el autor por ser peruano.

LA MUERTE DEL CABECILLA

Un largo camino le quedaba por hacer.  A la saliente del pueblo, morralla del Tiempo, el cerro dibujaba su cresta rebelde, y al fondo se desesperaba la ciudad antiquísima lamentándose en las campanas de sus torrezuelas... San Pedro de Juli.  Vieja afición de frailes y gamonales... El salía destinado a tumbarla toda, desde sus cimientos.  A pulverizar la curpa de sus casas destartaladas.  A eso le mandaban los comunarios.  Para eso viajó repetidas veces al Lima.  Y a lo mismos salía esta vez, y saldría mil si fuese necesario.  Nadie estaba a su lado, mientras sus ojos esperanzados contemplaban las hileras de casuchas y los mojinetes de jichu.  Su mujer y sus hijos quedaban esperando en la chujlla junto al nevado...
¿Qué te harás ahora, Emetrio Chambilla?
Ah... El kelkere.  Es mañoso el bribón, pero tú le conoces sus triquiñuelas; has aprendido a conocerlas; a puntapiés te enseño  a que las conocieras.  No hay miedo.  Engañarte ahora no es fácil, aunque a decir verdad tampoco sería raro si te echara tierra a los ojos.
Y caminar, caminar... acullicando la cuca de los tristes; alto, membrudo, de ojillos de vizcacha, al andar se le ensanchaba el tórax y temblaba la musculatura de sus muslos de piedra.

Así llegó a la Prefectura, al Obispado.  Ahí, reverente y macizo visitó al periodista, al abogado, al proindígena.  Ante todo expuso la ferocidad con que se roba las tierras de comunidades; la brutalidad con que se trata a los miserables indios, peones y alcahuetes gratuitos del gamonal.  Le dan oficios, le regalan promesas, una sonrisa, una mirada de estupor.  Ah, y si él no estuviera habituado a tanta basura.  Pero en fin... Al periódico.  El periódico.. La publicación que abre esperanzas en el periódico... La publicación que abre esperanzas en el corazón del sunka.  Ya le preguntarán: ¿Y qué hecho? Aquí está la publicación.. ¿Dónde? ¿Dónde? Aquí, aquí. El papela, el perrudicus... Y para rematar la aventura, reúne a sus corifeos en la tenducha, y pide cañazo...
-Sí, ahora si vas... Pero esta vez judemos.  Lo que dirán los mistis.  Ah yo también puedo algo.  Lo mal es que el comunarios no sabes entender estos.  Hasta ahora estás gastando mis platas... Ah Ah Cuando lo habló con el Presidente Limas... Todo lo ofreció.  Y nadas.  Veremos, Veremos...
Está fiebrolento.  El alcohol le hace algún bien.  Al salir de Juli estaba triste y sudaba frío... Se levanta y se despide.  La mañana es clara, como siempre.  Ha avanzado una milla y siente que sus piernas flaquean y que se le reviente la cabeza.  Ya no puede más.  Se arrima a una chujlla a pedir hospedaje.  Se lo dan, claro.  Cómo se lo iban a negar, viéndolo judido. Pero se lo dan con desconfianza, con recelo.  No lo conocen, no lo conocen.
-Así veniendo desde el Juli, tata...
Está cortado por el aire. Mate de primavera para sudar: violetas, claveles, pensamientos.  Flores de panti-panti.  Sobre todo flores: aire, cielo y nube, pampa y ventarrón, agua y berros y corazón de jampato para el mal aire del sunka.
Pero se arde.
-Mañana tempranito si vas, tata... No tengas el cuidado.  Esto no es nada.  La barrigas también dueles.  Vine reclamar garantías contra gamonales.  Tata, tata reclamando mucho tiempo... Todas partes has ido. Algunos consejan quejar presidente gringos...
Ya lo miran de otra manera sus huéspedes.  Hay un tácito acatamiento.  El cabecilla.  El mensajero. Pero Emeterio Chambilla se siente sin fuerza para todo y más para movilizarse al amanecer.
Pasa la noche apretando los dientes por no quejarse.  Habría sido temeridad fastidiar a gentes desconocidas.  En un jergón piojoso está acurrucado oyendo la plácida respiración de sus amigos. Pero cuando ve asomarse las luces del sol por la ventana liliputiense, como vidrios biliosos, grita; no puedo más... La noche ha sido una pesadilla interminable. Todo el infierno se le ha metido en el estómago.  A veces quería gritar, o quizás gritaría, pero no, se lo atajaba la vergüenza.  De vez en vez le silbaba el aullido del chokollo penetrante y doloroso.  Qué frío dulce haría en la pampa.  Paciencia, paciencia; ya se levataría y volvería a trotar camino de San Pedro de Juli, para irse a su chujlla, al pié de los nevados, a ver a sus wawitas, a su llokallo, el Julincho, tan pendejo.
Pero la fiebre aumentaba. Le manaba sangre de la nariz. Y luego, como un relámpago, le dijo el corazón que iba a morirse.
A morirse. Y allí, y cuando tal vez era conductor de la salvación para la comunidad, qué suerte wiswi. Pero evidentemente se moría.  No había quién lo atajara.  Siquiera estuviera a su lado el achachi del ayllu para cortar el mal. Algo le había hecho los mistis. Y no se engañaba, algo y mucho le habían hecho: lo tiucaron como los sapos...
-Yo creendo, tata, si has judido... Haceme el caredar entrigarlos papeles mojier... Estás veviendo ayllu Suchurijampato, cerquita nomás del Tatacora...
Y se estiró. Su cadáver está enterrado en la pampa de Kancharani, y nada indica su presencia.  Tenía dos cicatrices de bala en la cara y una en la pierna. En Ayohuma, el cerro blanco, dejó bien muertoss muchos gendarmes y cachacos. Pero, todo para nada... Quizás después... Acaso sea su hijo, el llokalla Julicho, tan pendejo.

 VALORES VERNACULOS DE LA
    POESIA DE EGUREN

En este paradójico país más que la misma producción literaria, su crítica ha sufrido de cirrosis portuaria con algunas incoadas purgaciones europeizantes.  Así Federico More pudo decir de González Prada que fue el menos peruano de nuestros escritores cuando tan sencillo le resultaba expresar que era el más antilimeño de todos.  No extraña, pues, que a Eguren se le depare un andamio escandinavo o satánico. De la poesía de Alejandro Peralta se dijo que era europea y hasta hubo quien lo creyó colonial.  A Mariátegui, por hablar con tono resabido y exhibir trabajo disciplinado se le ha negado, más de una vez, experiencia peruana.  Por tanto, al poeta de la Canción de las Figuras no hay homeópata que le sane la purgación exótica, y es, ha sido y posiblemente siga siendo el más extraño y desconcertante lírida de este país desconcertado.  Y eso que Euguren ha escrito en "Colonial" la poesía de sabor neoespañol por excelencica, neoespañol, colonial o virreinal, como se quiera, y en este concepto tendría derecho a que se le juzgara con más sentido de realidad que sentimiento libresco.  (Jorge Basadre ha enseñado a distinguir entre sino histórico y mito mestizo).  Porque no es del caso que el uso de una constante toponimia nórdica, haya sido causa suficiente para arrastrar el ancestro del poeta a las más apartadas regiones de la antropolía cuando para hallarlo raro, misterioso, sibilino, bastaba capiscarle el llauto bajo la melena ensortijada de cazador de figuras.  Para nada se examinó la raíz oculta, el sino histórico, el protoplasma de su intención estética; se creyó más donoso juzgar que el dato erudítico, el moroso deporte a través del libro de aventuras había forjado su visualidad extraordianria, y no se quiso pensar en el influjo que sobre él había ejercitado el imperio de la Naturaleza... Acaso sin buscarlo -y es como se dá el verdadero creador- Eguren escribió en "Los Angeles Tranquilos" una linda y fresca poesía aymara.  Poesía de tierra  empapada, remojada por lluvias tempestuosas de verano; poesía de ala húmeda, de corazón esponjado, de sierra y de andinismo... Pasa la tempestad batiendo hierro de aire filo en la bigornia de la codillera, mientras waiños y pinkullos cantan la soledad aurora.  ¡La soledad aurora! He aquí una síntesis verbal digna de artista tiawanaqu.  Y qué verídica exactitud de naturaleza andina.  Los ángeles tranquilos, no son otros que los achachilas -los gnomos- de las pajchas que, desde el viento paridor del agua, contemplan el vendaval, la soledad aurora..
En mayores renglones la excursión se haría sorpresiva tentando una interpretación vernacular de la poesía de José María Eguren; cuya americanidad o peruanidad, sólo podría ponerse en duda cuando despejáremos el camino de un venerable ídolo: don Ricardo Palma, considerado el mejor escritor peruanista, y que sólo es, sin embargo, el mayor castellanista de América.

FRAGMENTOS DE "EL PEZ DE ORO":

"A ti me dirijo, poeta soberbio, sabio orfebre, artífice de pirotécnicas; no desprecies a los que tañen zampoñas...
En todo hombre, poeta soberbio, hay auroras en el corazón; que en la Aurora de todos los días se manifiesta el corazón de la vida; y es precisamente en los hombres humildes que se entrega desnuda y fragante.
Deja ya tu necia locura; y parte en la tuya la humildad de tu pueblo;
que sí es tuyo su latido, sus corajes, tu aurora..
Poeta: sólo el sentimiento es sabio y fuerte".

    Haylli
Mientras dormía me clavaron su cruz.
En la cruz de sus ojos ya florece mi lágrima.
Se alzarán los chullpares el día de mi lágrima.
Su verbo ya sazona y se bruñe en mi lágrima.
Cenizas de su madre palpitan en mi lágrima.

 PACHAMAMA
  (FRAGMENTO)

"Acá los ronchones de nieve eterna, allá el Titikaka, a esa hora de un azul casi blanco, la altipampa trepa las últimas colinas, llega a la cordillera real, donde se le rompe la carne en cañadón que en veinte leguas no para hasta que, sudorosa y jadeante, la enchaskan las marañas y se pierde en el vientre de la sima. De pronto, kollos calcáreos  la interrumpen, y ya sementeras, bosquecillos de kheñwa, que despellejan los pescozones de los thayas, o la bañan perfumes de rinconadas y escaleras. Aquí siente que sus aires fílos se mullen con las bocanadas de sudor que suben de las quiebras; allá que los diocezuelos de la manigua y el Anchancho del Suni la dan de topetazos o tamboretean en sus mamas.
Nada permanece inactivo. El Thesko salta entre las tokras con su castañuela de abate madrugador. Pese a su corpuda personita el Hamatankha sabe cómo cumplirá sus quehaceres domésticos y sobre todo cómo ha de conducirse con su terroncito que no huele a almizole. Las Mamitas Khisimiras llenan los surcos con su ternurosa diligencia. El Doctor Lakato se arrastra, abacial, ceremonioso, ondulante, cuidando tocar lodo; sabido que va reverberando como el boa junto a los ríos en la manigua.
En fin; mientras todo esto, y un mundo vario, febril, microscópico, se agita en el polvo; las Phayis, hijas del hervor de los bosques, saben que el cuchillero del viento las depabilará, y ascienden, recelosas, cobran las cumbres, se phuiskan en los picachos, donde enamorado rubor las ayrampa la mejilla.
Quien de estas alturas sea capaz, vivirá como el Mayku-Kunturi entre los besos y arrobos de las khenayas ...
Pero, he aquí: el Mayku-Titikaka no está para tutías, y no bien ve a las tímidas intrusas, manda un Thaya-chokollo, a humearlas, luego a dos, a veinte después; finalmente suelta sus jaurías, que braman y devoran.
Ya de las divinas Thayas bailan los alaridos; ya el Achachila truena en las Khenayas. Azótanlas, pellízcanlas, las dan de cabezadas los Haipuñis.
Aquí las pobres se apelotonan; allá vuelcan sus cataratas; aquí ciegan con el relámpago; allá fulminan con el rayo. Y si se ha hecho bramador y tétrico el cielo donde la lucha cósmica se consuma; no lejos se le ve latiendo en perla, y un sol recién bañado, dora las mieses y muerde los pajonales. Finalmente, las pobrecitas paran de llorar, se acurrucan en los pastizales, se apegan a la tierra de los surcos; la bondadosa Pachamama absorve a unas y a las otras Tata-Lupi las arulla y, besándolas, las hamaca en los brazos; y se las lleva.
En este drama elemental el Achachila de las Thayas ha descabezado a la Phayi maléfica Temblor de alas hay en los Allkamarinis. Los Alkhamaris se lanzan al espacio. Lo mismo hacen mamanis, shiwikharas, lekelekes, chiaraumas; y hasta el huraño habitante de la nieve voltejea  con su ala rugiente. Kollis y khiswaris sacuden ramazones y del khañawal campanillean los talluelos...
Qué sinapismo de piojos el de tata-lupi entonces
En pleno lampo solar Venus cabrillea.
La estrella, siempre la estrella; lo que nos acredita que somos estrellas, vivimos en estrella, y nos esperan en la estrella.
Creen que vine del cielo...
Pobre almirante. Cuán más sabio le fuera haber dicho:
¡Me pillaron! Saben que todo esta en el cielo; que el cielo es la tierra.
De la batea se alzaba vaporsillo de jabón ablandado los carmines de la mama; y yo temblaba, como el talluelo de la enea, pues de quererlo ese vaporcillo de jabón me quitaria el Sol.

de "El Pez de Oro"